Noviembre
de 1993, a eso de las 5:30 pm el cielo ya estaba a punto de oscurecerse, el vaivén
de las hojas en los árboles del parque de enfrente la hicieron saber que llovería
toda la noche y el frio por supuesto seria insoportable y más, para una pequeña
de 9 meses en donde su cuna estaba fijada exactamente enfrente de un enorme
ventanal que en las mañanas le mostraban los pajarillos silbando y en las
tardes, las gotas de lluvia que rodaban por la ventana continuamente, era una época
fría en todo el sentido de la palabra, en donde grandes abrigos acompañaban a
los Bogotanos de la época que con sombrilla en mano, tomaban el famoso perico
en cualquier cafetería con la que se toparan, pero hasta antes de las 5 pm, después,
era buscar un peligro inminente en las calles, un peligro que se podía evitar,
estando en casa?.
El
volumen en la televisión estaba muy fuerte, las noticias eran escandalosas y
tan crueles que daban escalofrió con tan solo escucharlas, con 12 años que tenía,
era su compañía, había venido de la ciudad de Bucaramanga a visitar a su tía
favorita y entendió perfectamente el gesto que ella le hizo mientras mecía a la
bebe, de bajar el volumen del televisor. Fue un café, o un té quizás, lo único que
tomo esa noche, se sentía sola, triste y raramente melancólica, sabía
perfectamente que dormiría sola otra vez o por lo menos si su gran amor, el
padre de la bebe dedicaba su tiempo libre a un bar que tenía y mientras tanto perdía
el tiempo con el trago y el juego.
Independientemente
de su tardía, siempre a altas horas de la madrugada arribaba con gran euforia
el cuarto de su pequeña, que no bastaba
con verla dormir, debía cargarla entre sus brazos y besarla con el amor más
puro que puede haber, era su vida entera, su razón, a la cual sin querer siempre
hacia despertar y llorar interrumpiendo su sueño. A eso de las 7:40 pm, dormía
tan placida que anhelaba que nada la despertara durante toda la noche y aunque
era un amor puro el de su padre, no era precisamente el hombre más sobrio al
llegar a casa, por eso después de acostar al pequeño Manuel en el cuarto de la
bebe, en una cama, decidió llevarse a la pequeña esa fría noche a su habitación,
por primera vez sintió la necesidad de estar con ella durante toda la noche.
La última emisión del
noticiero, no le daba paz a nadie para dormir, era una época donde sangrientamente
un líder cruel y despiadado, le dio cabida al tráfico de droga en su vida y se convertía
poco a poco en uno de los hombres más temibles por el pueblo y por la sociedad Colombiana
de la época, Pablo Escobar, había pasado sus días luchando contra la extradición, y para eso, le
dio comienzo a la época del sicariato, los magnicidios y las bombas. Su gran
temor, era ser capturo y llevado a los Estados Unidos, allí la ley y las normas
no flaqueaban frente a ningún personaje de mafia o violencia.
Era la 1:20 de la madrugada, el
estruendo más absurdo que jamás alguien escucho, retumbo sus oídos, el llanto
inmediato de la bebe que al igual que ella no entendía lo que sucedía, los
gritos en las calle y una capa densa de un humo tardío que llego a su habitación
la hizo reaccionar, cargar a la niña y darse cuenta de que algo horrible acababa
de suceder. Al llegar a la habitación de al lado, donde dormía Manuel, se dio
cuenta de que su brazo sangraba por una gran cantidad de vidrios que cayeron del
enorme ventanal, pues acostumbraba a taparse todo para dormir, y eso hizo que
no hubiera ningún otra herida en su cuerpo, si no en una cobija de vidrios que
lo arropaban, un ventanal destrozado por completo, que en pedazos enormes, cayeron
como lanzas dentro de toda la cuna de una bebe que esa noche durmió junto a
ella y a la cual le salvo la vida.
La clínica Marly nos recibió esa
madrugada, mi papa llego corriendo con el corazón en la mano creyendo que el
cometido de Pablo Escobar, contra el batallón del ejército de al lado de nuestro
apartamento, nos había quitado la vida a alguno de nosotros. Mi primo Manuel no
sufrió mayores problemas con su brazo, hoy día tiene una cicatriz grande que nos
recuerda ese horrible momento, pero la conclusión de que pudo ser peor. Y a mí,
gracias a mi mama, solo me tuvieron que comprar una cuna nueva pues ni un solo
vidrio nos tocó a ninguna de las dos, aunque la bomba puesta por este señor no
era para nosotras, la sociedad en la que nací atacaba fuertemente a muchas familias
inocentes y esa noche, fue la mía.