jueves, 22 de agosto de 2013

La Colombia de los 90’s

Noviembre de 1993, a eso de las 5:30 pm el cielo ya estaba a punto de oscurecerse, el vaivén de las hojas en los árboles del parque de enfrente la hicieron saber que llovería toda la noche y el frio por supuesto seria insoportable y más, para una pequeña de 9 meses en donde su cuna estaba fijada exactamente enfrente de un enorme ventanal que en las mañanas le mostraban los pajarillos silbando y en las tardes, las gotas de lluvia que rodaban por la ventana continuamente, era una época fría en todo el sentido de la palabra, en donde grandes abrigos acompañaban a los Bogotanos de la época que con sombrilla en mano, tomaban el famoso perico en cualquier cafetería con la que se toparan, pero hasta antes de las 5 pm, después, era buscar un peligro inminente en las calles, un peligro que se podía evitar, estando en casa?.

El volumen en la televisión estaba muy fuerte, las noticias eran escandalosas y tan crueles que daban escalofrió con tan solo escucharlas, con 12 años que tenía, era su compañía, había venido de la ciudad de Bucaramanga a visitar a su tía favorita y entendió perfectamente el gesto que ella le hizo mientras mecía a la bebe, de bajar el volumen del televisor. Fue un café, o un té quizás, lo único que tomo esa noche, se sentía sola, triste y raramente melancólica, sabía perfectamente que dormiría sola otra vez o por lo menos si su gran amor, el padre de la bebe dedicaba su tiempo libre a un bar que tenía y mientras tanto perdía el tiempo con el trago y el juego.

Independientemente de su tardía, siempre a altas horas de la madrugada arribaba con gran euforia el cuarto de  su pequeña, que no bastaba con verla dormir, debía cargarla entre sus brazos y besarla con el amor más puro que puede haber, era su vida entera, su razón, a la cual sin querer siempre hacia despertar y llorar interrumpiendo su sueño. A eso de las 7:40 pm, dormía tan placida que anhelaba que nada la despertara durante toda la noche y aunque era un amor puro el de su padre, no era precisamente el hombre más sobrio al llegar a casa, por eso después de acostar al pequeño Manuel en el cuarto de la bebe, en una cama, decidió llevarse a la pequeña esa fría noche a su habitación, por primera vez sintió la necesidad de estar con ella durante toda la noche.

La última emisión del noticiero, no le daba paz a nadie para dormir, era una época donde sangrientamente un líder cruel y despiadado, le dio cabida al tráfico de droga en su vida y se convertía poco a poco en uno de los hombres más temibles por el pueblo y por la sociedad Colombiana de la época, Pablo Escobar, había pasado sus días  luchando contra la extradición, y para eso, le dio comienzo a la época del sicariato, los magnicidios y las bombas. Su gran temor, era ser capturo y llevado a los Estados Unidos, allí la ley y las normas no flaqueaban frente a ningún personaje de mafia o violencia.

Era la 1:20 de la madrugada, el estruendo más absurdo que jamás alguien escucho, retumbo sus oídos, el llanto inmediato de la bebe que al igual que ella no entendía lo que sucedía, los gritos en las calle y una capa densa de un humo tardío que llego a su habitación la hizo reaccionar, cargar a la niña y darse cuenta de que algo horrible acababa de suceder. Al llegar a la habitación de al lado, donde dormía Manuel, se dio cuenta de que su brazo sangraba por una gran cantidad de vidrios que cayeron del enorme ventanal, pues acostumbraba a taparse todo para dormir, y eso hizo que no hubiera ningún otra herida en su cuerpo, si no en una cobija de vidrios que lo arropaban, un ventanal destrozado por completo, que en pedazos enormes, cayeron como lanzas dentro de toda la cuna de una bebe que esa noche durmió junto a ella y a la cual le salvo la vida.


La clínica Marly nos recibió esa madrugada, mi papa llego corriendo con el corazón en la mano creyendo que el cometido de Pablo Escobar, contra el batallón del ejército de al lado de nuestro apartamento, nos había quitado la vida a alguno de nosotros. Mi primo Manuel no sufrió mayores problemas con su brazo, hoy día tiene una cicatriz grande que nos recuerda ese horrible momento, pero la conclusión de que pudo ser peor. Y a mí, gracias a mi mama, solo me tuvieron que comprar una cuna nueva pues ni un solo vidrio nos tocó a ninguna de las dos, aunque la bomba puesta por este señor no era para nosotras, la sociedad en la que nací atacaba fuertemente a muchas familias inocentes y esa noche, fue la mía. 

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